20 jul 2012

La mala fama de Huexoculco, hogar de agresores de El Colibrí

“Es un Tepito pero en chiquito”, así califica un policía municipal de Chalco a la comunidad de Santa María Huexoculco porque en el tianguis que se instala todos los jueves, la mayoría de la mercancía que se vende es de dudosa procedencia.
Aquí, en este pueblo, el que presenta mayor marginación social dentro del municipio, vivían los 17 detenidos por la Procuraduría mexiquense, acusados de atacar y violar a varias jovencitas del Movimiento Juvenil Cristiano, el jueves 12 de julio.
Entrar y salir de Huexoculco “duele” a los automóviles. Las llantas y la suspensión se dañan por los baches que hay en el camino que conecta al poblado con la comunidad vecina de San Martín Cuautlalpan, donde en los últimos años se han edificado viviendas de interés social.
En cambio, en Huexoculco, donde residen cerca de 12 mil personas, el progreso no ha llegado aún.
Aún hay casas construidas de adobe, los techos de lámina de cartón forman parte del escenario de esta comunidad rural que históricamente ha estado olvidada por los gobiernos locales.
La marginación en la que viven sus habitantes está asociada con la falta de preparación académica.
Este dato es revelador: mil 154 jóvenes mayores de 15 años no tienen ningún grado de escolaridad, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y dos mil 127 sólo terminaron la educación básica.
Huexoculco tiene una mala reputación en la región de los volcanes. Propios y extraños saben que en este lugar hay carteristas y farderas al por mayor. Es como la historia moderna de Alí Babá y los 40 ladrones.
“Muchos de aquí se van a Cholula, Puebla, a Hidalgo y al Distrito Federal a robar. Roban de todo, ropa, celulares, carros y lo que se les pone enfrente”, contó una de las residentes del lugar.
“Aquí las mujeres son bien putonas. Se dedican a la prostitución, trabajan en bares de la zona y le ponen algo en la bebida a sus clientes para después robarle sus pertenencias con la complicidad de sus padrotes”, narró.
Este jueves el miedo se esparció en el poblado.
El rumor de que había policías federales en la localidad apresuró a los comerciantes a levantar su puestos en el tianguis.
“Como la mercancía que venden es robada ya se van; tienen miedo de que se las quiten y de que los detengan”, dijo una vendedora.
Los residentes también tienen miedo de que los policías los detengan y los vinculen con la banda que violó a las “niñas del convento”, reconoció otra vecina de Huexoculco.
Saben que cuatro de los miembros de la organización delictiva están prófugos y que a cualquiera lo puedan confundir con ellos.
“El que nada debe nada teme”, dice otra de las vendedoras quien aseguró que es honesta y no se dedica a hacerle daño a nadie.
La presencia de los policías federales quedó sólo en el rumor. En la entrada del pueblo una unidad de la Policía Auxiliar del DF pasó por Huexoculco y espantó a todos los habitantes.
Los Aves Marías se escuchaban desde el exterior de la parroquia de Santa María, la patrona de Huexoculco.
Tres voces, al unísono, oraban por la tranquilidad de la comunidad del “Tepito pero en chiquito”.
Cortesia Universal EdoMex

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