Martha Conde
Hoy es una fecha, en el cual celebramos la existencia de los niños, porque todos los días son, deberían ser día del niño.
Para conmemorar ésta fecha se me antojó volver a sentirme niña y la mejor manera que se me ocurrió fue la de perderme en el primer libro que leí, “el Principito” de Antoine de Saint, el cuál lo dedicó a un adulto amigo suyo, lo que me hizo pensar, que todos los adultos en un tiempo fueron niños, aunque algunos no lo recuerden.
Sumergirme en la lectura de la historia de un niño que viene de un diminuto planeta, ha sido uno de los mejores obsequios que me he otorgado, el retorno a la dimensión de la imaginación, las palabras dichas en silencio, en la mente, se transforman en imágenes, sonidos, olores y colores que cobran hoy un sentido diferente al de hace años, sin embargo dibujan la misma sonrisa de entonces.
La lógica del pequeño y la sinceridad del adulto que en este cuento te llevan a cuestionar situaciones, algunas de ellas pueden llegar a ser incluso absurdas e incoherentes, mas llegan a tomar sentido cuando te calzas las sandalias mentales de ese niño que algún día fue, dejando ceder el paso al aroma del chicle motita, tumbarte en el pasto, observar el movimiento y forma de las nubes y dejarte llevar al mundo de la imaginación.
Y tú, ¿tú crees que las flores...?
-¡Pero no! ¡Yo no creo nada! Te respondí cualquier cosa. ¡Yo me ocupo de cosas serias!
Asombradísimo me observaba el principito.
-¡Cosas serias, eh! ¡Hablas como las personas grandes!
Avergonzándome aún más agregó:
-¡Todo lo confundes! ¡Mezclas todo!
Nunca lo había visto tan irritado. Sus dorados cabellos se sacudían con el viento.
-Sé de un planeta en donde habita un Señor carmesí. Nunca ha sentido el perfume de una flor, nunca ha mirado una estrella. Tampoco ha querido a nadie. Sólo una cosa ha hecho en su vida; sumas y restas. Repite todo el día, como tú, hasta el cansancio: "Soy un hombre serio! Soy un hombre serio!" Hinchándose de orgullo. ¿Sabes lo que creo? ¡Que no es un hombre, es un hongo!
-¿Un qué?
-¡Un hongo!
El principito empalidecía de cólera.
-Millones de años hace que las flores fabrican espinas, y otro tanto que los corderos se comen de todas formas las flores. ¿Acaso no es serio intentar entender por qué las flores insisten en fabricar sus espinas que no sirven nunca para nada? No crees que tenga importancia la guerra entre los corderos y las flores? ¿No tiene esto más importancia que las sumas y restas de un Señor gordo y rojo? ¿Y no es también importante que la flor que yo conozco sea única en el mundo, que sólo exista en mi planeta y que un corderito pueda hacerla desaparecer de golpe, en un instante una mañana y sin darse cuenta de lo que hace? ¿Esto, no es acaso importante?
Ya enrojecido agregó:
-Si se ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre millones de estrellas, es motivo suficiente para que al mirar las estrellas sea feliz. Se dice para sí: "Mi flor está allí, en alguna parte..." Pero si el corderito comiera la flor, para él es como si de pronto y al mismo tiempo, todas las estrellas se apagaran. ¿Y esto, no es importante?
Bruscamente rompió en sollozos y nada más pudo decir. Ya era noche. Abandoné mis herramientas, de las que ya no importaban ni el martillo, ni el bulón, ni la sed, ni la muerte. En la Tierra, en mi planeta, en una estrella, había un principito que necesitaba ayuda. Lo tomé entre mis brazos y lo acuné. Le dije: "La flor que tú amas no corre ningún peligro... ¿sabes por qué? Dibujaré ya mismo un bozal para tu corderito. También dibujaré una armadura para tu flor... Di..." Ya no sabía que decir. Mis palabras resonaban torpes, estaba perdido... no sabía cómo llegar a él... ¡Es soberanamente misterioso el mundo de las lágrimas...!
( fragmento del capítulo VII )
Les comparto una pequeña rebanada de mi obsequio y deseo que tengan la oportunidad de extraviarse por un par de horas en el infinito mundo de la imaginación acopañados de " el principito".
Un feliz día para todos los niños y niñas y tambien para todos aquellos adultos que recuerden haberlo sido.
HASTA SIEMPRE
Para conmemorar ésta fecha se me antojó volver a sentirme niña y la mejor manera que se me ocurrió fue la de perderme en el primer libro que leí, “el Principito” de Antoine de Saint, el cuál lo dedicó a un adulto amigo suyo, lo que me hizo pensar, que todos los adultos en un tiempo fueron niños, aunque algunos no lo recuerden.
Sumergirme en la lectura de la historia de un niño que viene de un diminuto planeta, ha sido uno de los mejores obsequios que me he otorgado, el retorno a la dimensión de la imaginación, las palabras dichas en silencio, en la mente, se transforman en imágenes, sonidos, olores y colores que cobran hoy un sentido diferente al de hace años, sin embargo dibujan la misma sonrisa de entonces.
La lógica del pequeño y la sinceridad del adulto que en este cuento te llevan a cuestionar situaciones, algunas de ellas pueden llegar a ser incluso absurdas e incoherentes, mas llegan a tomar sentido cuando te calzas las sandalias mentales de ese niño que algún día fue, dejando ceder el paso al aroma del chicle motita, tumbarte en el pasto, observar el movimiento y forma de las nubes y dejarte llevar al mundo de la imaginación.
Y tú, ¿tú crees que las flores...?
-¡Pero no! ¡Yo no creo nada! Te respondí cualquier cosa. ¡Yo me ocupo de cosas serias!
Asombradísimo me observaba el principito.
-¡Cosas serias, eh! ¡Hablas como las personas grandes!
Avergonzándome aún más agregó:
-¡Todo lo confundes! ¡Mezclas todo!
Nunca lo había visto tan irritado. Sus dorados cabellos se sacudían con el viento.
-Sé de un planeta en donde habita un Señor carmesí. Nunca ha sentido el perfume de una flor, nunca ha mirado una estrella. Tampoco ha querido a nadie. Sólo una cosa ha hecho en su vida; sumas y restas. Repite todo el día, como tú, hasta el cansancio: "Soy un hombre serio! Soy un hombre serio!" Hinchándose de orgullo. ¿Sabes lo que creo? ¡Que no es un hombre, es un hongo!
-¿Un qué?
-¡Un hongo!
El principito empalidecía de cólera.
-Millones de años hace que las flores fabrican espinas, y otro tanto que los corderos se comen de todas formas las flores. ¿Acaso no es serio intentar entender por qué las flores insisten en fabricar sus espinas que no sirven nunca para nada? No crees que tenga importancia la guerra entre los corderos y las flores? ¿No tiene esto más importancia que las sumas y restas de un Señor gordo y rojo? ¿Y no es también importante que la flor que yo conozco sea única en el mundo, que sólo exista en mi planeta y que un corderito pueda hacerla desaparecer de golpe, en un instante una mañana y sin darse cuenta de lo que hace? ¿Esto, no es acaso importante?
Ya enrojecido agregó:
-Si se ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre millones de estrellas, es motivo suficiente para que al mirar las estrellas sea feliz. Se dice para sí: "Mi flor está allí, en alguna parte..." Pero si el corderito comiera la flor, para él es como si de pronto y al mismo tiempo, todas las estrellas se apagaran. ¿Y esto, no es importante?
Bruscamente rompió en sollozos y nada más pudo decir. Ya era noche. Abandoné mis herramientas, de las que ya no importaban ni el martillo, ni el bulón, ni la sed, ni la muerte. En la Tierra, en mi planeta, en una estrella, había un principito que necesitaba ayuda. Lo tomé entre mis brazos y lo acuné. Le dije: "La flor que tú amas no corre ningún peligro... ¿sabes por qué? Dibujaré ya mismo un bozal para tu corderito. También dibujaré una armadura para tu flor... Di..." Ya no sabía que decir. Mis palabras resonaban torpes, estaba perdido... no sabía cómo llegar a él... ¡Es soberanamente misterioso el mundo de las lágrimas...!
( fragmento del capítulo VII )
Les comparto una pequeña rebanada de mi obsequio y deseo que tengan la oportunidad de extraviarse por un par de horas en el infinito mundo de la imaginación acopañados de " el principito".
Un feliz día para todos los niños y niñas y tambien para todos aquellos adultos que recuerden haberlo sido.
HASTA SIEMPRE
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